La resolución de la FIA y la FOM ha decidido que el GP de Bahrein se correrá en lugar del GP de la India que pasa al 4 de diciembre como fin de fiesta. A la vez, organizaciones populares del país de Oriente Medio han aprovechado para colocar en esa fecha el llamado "Día de la ira" (debo decir que me encantan estos nombres "día de la ira", "los indignados del 15M"....) en el que las protestas en el "¿país?" tendrán mayor eco internacional.
Como este blog no es de política (gracias a dios -dios con minúscula porque tampoco es un blog de teología-) vamos a ceñirnos al planteamiento de los mandamases de las carreras.
Empezando porque por mi tendría carreras de F1 todos los fines de semana del año (¿no tenemos fútbol?) en principio me parecieron bien las aperturas Ecclestonianas. Allá por el 1999 Malasia abrió el abanico del exotismo a las carreras, que siempre tenían el mismo indicador. Países emergentes o petrolíferos, con espónsors dispuestos a pagar mucho dinero y organizadores preocupados por hacerse notar y aparcar sus yates lo más cerca del paddock. Pero claro, qué hacemos con el público? Sopla, y ahora como llenamos esto de gente? No porque la necesitemos (que no hace falta) sino porque luego por la tele salen las tribunas vacías y quedamos fatal.
Pues nada, empezamos a descubrir grandes valores al volante. Fairuz Fauzy, Alex Yoong, Narain Karthikeyan, Ho Ping Tun, Vitaly Petrov (venga, este puede valer), y eso le da energía a los enfervorizados compragorras del mundo entero.
Aquí excluimos a Bahraníes y Abudhabíes porque cualquier Bahraní o Abudhabí que se precie lleva chófer y el resto de los habitantes no consiguen que el camello pase de 40 por hora.
¿A dónde quiero llegar? A que creo que el afán por el negocio y el enriquecimiento del F1Business ha sobrepasado los límites. Países con maravillosos circuitos no pueden permitirse pagar el cánon que el jovencito Bernie exige para albergar una carrera y ahí aparecen los jeques, shahs, emires, y Camps de turno, dispuestos a gastar ingentes cantidades de dinero en mostrarse al mundo como ostentosos que son.
El caso es que en lugares donde la inmensa mayoría de la población pasa hambre, incluyo la India este año, donde son explotados y la riqueza es propiedad de unos pocos, y en Valencia, donde debería caérseles la cara de vergüenza con la que está cayendo me montan circuitos estratosféricos para disfrute de invitados y turistas y donde prácticamente no existe la más mínima pasión por este deporte.
Insisto, no voy a entrar en temas de política ni de regímenes autoritarios a los que se supone que deberíamos bloquear en vez de hacerles la pelota, pero el caso es que en la F1 actual disponemos de gradas vacías en China y Turquía, de países como Abu Dhabi y Bahrein que aparte de vender gasolina poco pintan en esto, Singapur y Malasia que no acaban de conectar con el aficionado. Valencia no tiene ningún sentido (ni el circuito ni el Gran Premio) y ahora nos vamos a la India y en breve a Rusia.
Y sin embargo Australia, Bélgica y Alemania agonizan por llegar a los brutales precios exigidos por la F1 para tener carreras. Países con gran tradición y bellos circuitos como Francia, Austria y Holanda están fuera. Argentina y Portugal están en el olvido...
Señor Ecclestone. La globalización está muy bien, pero esto es un tema de precio y estamos olvidando los verdaderos valores del deporte y de las personas.
La Formula 1 la hicieron grandes Fangio, Clark, Senna... pero también Zandvoort, Zeltweg, Paul Ricard, Brands Hatch, Nurburgring, Monza, Imola. La expansión y renovación está bien, pero sin perder la esencia, y sobre todo sin venderse a aquellos a los que los derechos humanos les suena a ciencia ficción. Se que dar con la fórmula es difícil, y le agradezco todo lo que ha hecho por este deporte en los últimos años, pero reflexione. "Dime con quien andas..."
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